AUTOR: Alfredo MORS - Córdoba -ARGENTINA
Para Eugenia que lo pidió...
A borbotones llegan las palabras que escapan, fluyendo como sangre de una herida abierta, pulsar violento de antiguas y presentes angustias contenidas.
Palabras que expresan sentimientos no siempre bien definidos, pero presentes y reales al fin.
¿A quien dirigir la palabra que brota libremente, en un tiempo de nuevo alumbramiento, cuando ya los canales de antiguas comunicaciones, puentes, senderos y caminos se han cerrado? ¿Alguna vez encontrarás la senda perdida, palabra que hoy aquí brota?
Necesidad contenida que pugna ardiente por salir a la luz, aún cuando su destino solo tiene la certidumbre de lo indefinido.
¿Destinatario? Quizá Vos, que me lees y puedes ver y entrever, en estas pequeñeces, algo del fragor y la pasión contenidas, que tratan de escapar y expresarse.
¡Oh palabra! Don concedido de expresión destinado a una comunicación no siempre posible.
Hubo un tiempo de tiempos compartidos en el que el borbotón de pequeños borbotones, era la culminación de expresiones de amor.
Pasó el tiempo de la angustia contenida, de la lágrima que brota sin que la llames: quemante, ardiente, lacerante, pero reparadora al fin.
Hay un tiempo nuevo. Como rayo de luz que se cuela en una ventana apenas entreabierta, aparece una perspectiva apenas entrevista, pero que quizá con golpes, andares y desandares, pasos y retrasos, aperturas y cerrazones, permitirá encarar una nueva realidad de esperanza renovada.
¿A quien dirigir la palabra que brota libremente, en un tiempo de nuevo alumbramiento, cuando ya los canales de antiguas comunicaciones, puentes, senderos y caminos se han cerrado? ¿Alguna vez encontrarás la senda perdida, palabra que hoy aquí brota?
Necesidad contenida que pugna ardiente por salir a la luz, aún cuando su destino solo tiene la certidumbre de lo indefinido.
¿Destinatario? Quizá Vos, que me lees y puedes ver y entrever, en estas pequeñeces, algo del fragor y la pasión contenidas, que tratan de escapar y expresarse.
¡Oh palabra! Don concedido de expresión destinado a una comunicación no siempre posible.
Hubo un tiempo de tiempos compartidos en el que el borbotón de pequeños borbotones, era la culminación de expresiones de amor.
Pasó el tiempo de la angustia contenida, de la lágrima que brota sin que la llames: quemante, ardiente, lacerante, pero reparadora al fin.
Hay un tiempo nuevo. Como rayo de luz que se cuela en una ventana apenas entreabierta, aparece una perspectiva apenas entrevista, pero que quizá con golpes, andares y desandares, pasos y retrasos, aperturas y cerrazones, permitirá encarar una nueva realidad de esperanza renovada.
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