Crucé el cerro entre nubes
y junto a misteriosas frondas,
ellas disfrazan con sombras,
fantasmales siluetas de árboles.
Alfombra de algodón se extiende
a los pies, cubriendo colinas,
por no develar el guardado secreto,
de quebradas y valles profundos.
Y arriba, en lo más alto,
un rayo de sol hiende la tarde,
reflejando en mil gotas de esa bruma,
los colores de un arco que se extiende.
Anticipo de sol, calor y color
reflejado en paleta alucinada,
que pinta del ocaso a la alborada
con pinceles que vuelan con fragor.
El camino serpentea en la trepada,
hasta el punto del estrecho mirador,
donde la vista se pierde en derredor
dejando el alma y la vida extasiada.
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