ENCUENTRO
DE TIEMPOS
El hombre
se había dormido luego de una larga y monótona jornada igual y distinta a todas
las anteriores.
Ya conocía
el lugar: era el mismo banco en la misma plaza y bajo el mismo árbol que tantas
veces lo cobijó…
Su bolso,
ya con muchas noches como esa, le servia de almohada y a la vez así, cuidaba
sus pocas pertenencias ya que eso era todo lo que tenía…
Una manta
que alguien le había regalado hacia ya tiempo lo cubría de la intemperie y a la
vez, como muchos como el, le permitía gardar su intimidad o su identidad a los
ojos de muchos que pasan a su lado y lo miran casi como si fuera un objeto más
en el paisaje urbano… también él tapa su cabeza y su cara…
No es
vergüenza… es un signo de dignidad y pudor: a nadie le gusta exponer sus miserias…
Así dormido
no advirtió ese viento que hizo volar su manta, que por un momento quedó a su
lado en el piso.
Se despertó
y fue grande su sorpresa vio que a su lado a una joven que lo miraba. Hola le
dijo. ¿Que haces aquí?
_Espero…
sólo espero y busco…, le dijo ella.
_Esperas…
¿algo en especial?
_Aun no lo
se… espero mi tiempo. Fue su respuesta…
El hombre
la miro mas detenidamente y advirtió que se trataba de una mujer muy joven,
menos de 20 años de edad le pareció, pero más le llamo la atención su vestimenta:
unos jeans muy ajustados al cuerpo en la cintura y parte alta de las piernas y
que se ampliaba hacia los pies en una ancha bocamanga, la cual cubría
ligeramente sus pies calzados con unos zapatos de tela de jeans azul con una
alta plataforma alta, revestida de corcho. Una camisa se dejaba entrever bajo
un largo abrigo tejido. Unos lentes como para sol con armazón metálico y de
forma redonda.
Su cabello
largo y apenas atado con un pañuelo de colores vivos y un bolso pequeño, tejido
y con correa larga lo llevaba como en bandolera.
_Como para
seguir la conversación, el hombre le preguntó: ¿Cómo te llamas?
_Nadia… le
respondió.
_¿Nadia
cuanto?
_Sólo
Nadia… ¿y TÚ?
_Don Eidan…
_Oh…
Extraño… casi como un espejo: Nadia… Eidan.
_Así es,
dijo el hombre… No se ya cual fue mi nombre y pronto alguien empezó a decirme:
nadie… nadie… y de repetirlo y volver a decirlo quedó este… Don Eidan… ¿Me
explico?
_Si… algo
así me pasa también a mi… busco y espero… y cambiando el tema dijo: _Esta
mañana estaba mas frío y tu manta había caído al piso, me atreví a taparte de
nuevo… aun no había salido el sol…
_¿Desde esa
hora estas aquí?
_¿Que es la
hora… que es el tiempo? Dijo Nadia.
No supo el
hombre que responderle… Su propia vida había perdido hacia no sabia cuanto, ese
sentido... Nadia le dijo _Ya vengo… algo
tengo que hacer… y se retiró.
Don Eidan
se quedó un rato sentado en el banco… acomodaba su bolso y su manta cuando
advirtió que algo mas había en el banco: un pequeño bolso tejido con una larga
correa que caía del banco. Al instante supo que era el de Nadia. Miro en todas direcciones
y solo vio mas lejos al diariero… pero nada de ella…
Esperó un
largo rato, mirando siempre si el bolso estaba alli y luego buscando. Buscando
a su dueña y esperando…
Pasado el
tiempo decide ver el bolso a ver si algo de alli le decia más sobre su dueña.
Lo abrió y solo encontró dos objetos o mejor dos papeles amarillentos, recortes
de periódico. Uno tenia una foto de un grupo de jóvenes a cuyo pie se leia:
fiesta en el parque, promoción 1970… la
otra, un recorte también de periódico rasgado. Un obituario en el que se
alcanzaba a leer: 12
diciembre 1970 - Nadia… (no se leía más en el rasgado papel)