Aerosol en mano enamorada
en el muro dejó grabada,
la eterna leyenda que perdura
mas allá del tiempo,
más allá de la propia vida,
que en torbellino arrasador
fue demoliendo los sueños,
cambiándolos por realidades
no siempre queridas.
El rostro como el muro refleja
en surcos de tiempo y pesar
huellas y grietas de impiadosos
golpes, desazones, angustias y temores.
Hoy quisiera pintar sobre el muro
tapando con color de careta
y ponerme por rostro al menos
su color de sonrisa congelada,
que vele el rostro a las miradas
y esconda el espanto de la ausencia.
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